El precio del maíz y de la soja, dos de los principales commodities utilizados en alimentos para cerdos, ha subido mucho. Las repercusiones se dejaron sentir en todo el mundo, con aumentos en los costos de producción que resultaron en menores márgenes de beneficio y, a veces, pérdidas económicas en la operación.
El maíz, por ejemplo, es un ingrediente básico de la dieta de cerdos. El precio internacional promedio del maíz es de aproximadamente US$ 160,00 por tonelada, y está diseñado para aumentar en incrementos de US$ 5,00 hasta alcanzar US$ 180,00 por tonelada en 2025.
Para mitigar este impacto económico, muchos sistemas de producción han adoptado estrategias de riesgo, como la flexibilización de los estándares de calidad para la compra del maíz, lo que compromete los estándares de humedad, el porcentaje de granos dañados, el contenido de aceite y la contaminación por micotoxinas. Al adquirir la soja, los contenidos de proteína, humedad y fibra cruda, así como la actividad de urea y la presencia y niveles de micotoxinas, se volvieron más “flexibles”.
Consecuencias del uso de commodities de calidad inferior
Las consecuencias de esta “flexibilidad” en los estándares de calidad incluyen:
-La necesidad de corrección nutricional, lo que genera costos adicionales que a veces son iguales o mayores que el ahorro de recursos que se había logrado con la compra de granos de menor calidad;
-Mayor presencia de factores antinutricionales que afectan negativamente los indicadores zootécnicos; mayor prevalencia y mayores niveles de micotoxinas, además de una gran posibilidad de cocontaminación, lo que hace que sea necesario invertir en productos para mitigar el impacto o, en el caso de no utilizarlos, hacer frente a la micotoxicosis. Debido a los efectos combinados de las múltiples micotoxinas en la cocontaminación, el impacto de la micotoxicosis puede ser mayor que los impactos individuales de la contaminación por cada micotoxina.
En el maíz, un alto contenido de humedad asociado con altas temperaturas crea las condiciones ideales para la proliferación de hongos y, por consiguiente, la producción de micotoxinas. Los granos dañados son más susceptibles a estos hongos porque pierden sus estructuras protectoras. El contenido de aceite, asociado con el nivel de energía que debe contener el maíz, puede reducirse significativamente en granos de mala calidad, lo que crea la necesidad de hacer correcciones nutricionales. Y cuando las micotoxinas están presentes en ciertos niveles, sus efectos varían desde daños silenciosos y retardados a la salud y desempeño de los animales hasta grandes pérdidas resultantes de una condición grave llamada micotoxicosis.
La soja contribuye principalmente a la fracción proteica de la dieta de cerdos. Si la soja tiene baja calidad, el contenido de proteína tiende a ser menor, lo que requiere que se hagan correcciones nutricionales. El alto contenido de humedad asociado con altas temperaturas también puede estimular el crecimiento de hongos y la producción de micotoxinas. La presencia de una alta actividad de urea significa que los procesos térmicos de inactivación de los factores antinutricionales no han sido ejecutados correctamente, y ésto puede afectar negativamente el desempeño de los animales. Al igual que lo que ocurre con el maíz, la soja puede ser una fuente de micotoxinas y, por lo tanto, debe someterse a análisis.
Cuando las micotoxinas están presentes en ciertos niveles, sus efectos varían desde daños silenciosos y retardados a la salud y desempeño de los animales hasta grandes pérdidas resultantes de la micotoxicosis.
La proporción de sistemas que se exponen a estos riesgos es bastante alta, dada la escasez de oferta y la constante, si no creciente, demanda, así como las mayores oportunidades de comercio internacional debido a las crisis sanitarias en Asia y Europa, que han afectado negativamente la producción local de carne de cerdo. El aumento de la producción de carne de cerdo para exportación termina por agravar el desequilibrio entre la oferta y la demanda por commodities.
Además, algunos productores buscan ingredientes alternativos que puedan reemplazar parcialmente el maíz y la soja, reduciendo así los estándares mínimos de calidad. Los ingredientes varían según el lugar y la época. Aunque haya información disponible sobre cómo formularlos adecuadamente desde el punto de vista nutricional, falta información sobre los tipos y niveles de micotoxinas presentes en los alimentos, dado que éstos no se analizan rutinariamente. La gran vulnerabilidad es la escasez de información sobre los tipos y niveles de micotoxinas presentes en el alimento, pero a partir de ahora esta información debe incluirse en los programas de gestión del riesgo de micotoxinas.
En la Encuesta de Micotoxinas de BIOMIN, la mayor y más completa base de datos de ocurrencia de micotoxinas, muestras procedentes de casi todos los continentes contenían micotoxinas producidas por hongos del género Fusarium en cantidades que indicaban una condición de “alto riesgo”. Este aparente mayor riesgo de micotoxinas puede justificarse parcialmente por la presión ejercida por el precio, y además por la preocupación por el monitoreo de la calidad de las materias primas, lo que genera más información diagnóstica para la toma de decisión. En este contexto la fumonisina (FUM), el desoxinivalenol (DON) y la zearalenona (ZEN) son las micotoxinas más presentes en lo que respecta a la positividad y niveles detectados en la mayoría de las situaciones y, comparando con el mismo período del año anterior, se observa un aumento de los niveles de riesgo.
Varias micotoxinas y sus efectos
Las fumonisinas pueden causar edema pulmonar, nefrotoxicidad y hepatotoxicidad. El efecto más nocivo de estas micotoxinas, cuya relación causa y efecto muchas veces no se percibe, es el impacto en la exacerbación de enfermedades bacterianas respiratorias y entéricas, así como los fallos de inmunización debido a su efecto inmunosupresor. Tales situaciones ocurren en presencia de niveles bajos pero constantes de fumonisinas. Es eso exactamente lo que estamos enfrentando actualmente.
Los tricotecenos son un grupo de micotoxinas que incluye el desoxinivalenol o vomitoxina, y son conocidos por causar trastornos digestivos (p. ej., vómitos, diarrea y rechazo del alimento), menor ganancia de peso, hemorragias (p. ej., en el estómago, corazón, intestino, pulmón, vejiga y riñones), edema, lesiones orales, dermatitis, enfermedades sanguíneas, infertilidad, degeneración de la médula ósea, crecimiento lento y supresión inmunológica. Los tricotecenos interrumpen la función de barrera intestinal, permitiendo así que sustancias y agentes causantes de enfermedades entren en el cuerpo del animal, lo que causa enfermedades y pérdida de desempeño. Las bacterias causantes de afecciones entéricas tienen una mayor patogenicidad en presencia de los tricotecenos.
La zearalenona es una micotoxina que tiene una estructura química muy similar a la del estrógeno, que es la hormona sexual femenina. Su presencia puede causar aborto, regreso al estro, pseudogestación, estro prolongado, anestro, edema vulvar, prolapso vaginal, agrandamiento del útero, atrofia de los ovarios, atrofia testicular, disminución del interés sexual en verracos, ginecomastia en machos y animales jóvenes, reducción de la calidad espermática, subfertilidad e infertilidad. Esta micotoxina causa preocupación en todos los sistemas de producción con cerdas reproductoras debido a su impacto negativo en los animales incluso a corto plazo.
La Encuesta de Micotoxinas de BIOMIN ha reportado que en el 65% de las muestras analizadas se observó cocontaminación, es decir, la presencia de dos o más micotoxinas. Eso es especialmente crítico si se tiene las siguientes combinaciones: FUM + DON y DON + ZEN. Estas combinaciones se consideran sinérgicas, lo que significa que una micotoxina aumenta el impacto de la otra. La presencia de DON aumenta la absorción de FUM y ZEN, por lo que los niveles considerados seguros para todas las micotoxinas se reducen cuando éstas coocurren.
Si se parte de la premisa de que la posibilidad de ocurrencia de micotoxinas y los niveles presentes en los ingredientes de alimentos para cerdos son altos, y los cerdos son la especie más susceptible a sus efectos, resulta imprescindible llevar a cabo los análisis de micotoxinas, realizar un análisis de costo/beneficio de la gestión del riesgo de micotoxinas, y establecer o reforzar las acciones de mitigación.
Debido a la naturaleza bioquímica de estas tres micotoxinas – que se consideran las más relevantes – la biotransformación es el mecanismo de elección de un producto para contrarrestarlas. Otros mecanismos son menos eficaces, aunque sepamos que la eficacia es fundamental cuando se presentan situaciones de desafío.
Autor: Augusto Heck, Gerente Técnico de Cerdos de Biomin