Una plaga que representa una seria amenaza para la producción y distribución de cítricos ha provocado la declaración de una alerta fitosanitaria por parte del Senasa, con una vigencia extendida hasta julio de 2025.
Los altos niveles poblacionales de la mosca del Mediterráneo (Ceratitis capitata) han sido detectados a través del Programa Nacional de Control y Erradicación de las Moscas de los Frutos (PROCEM) del Senasa, lo que ha motivado la implementación de medidas urgentes. La Resolución 218/2024, publicada en el Boletín Oficial de la República Argentina, delimita el área afectada, abarcando el macizo citrícola del río Uruguay en los departamentos Concordia y Federación de Entre Ríos, así como el departamento Monte Caseros de Corrientes.
En respuesta a esta situación crítica, un equipo de especialistas del INTA Concordia, en la provincia de Entre Ríos, está proporcionando directrices clave para la identificación, monitoreo y control de esta plaga. Este equipo de investigación se encuentra inmerso en el estudio de la bioecología de la mosca del Mediterráneo, buscando comprender las complejas interacciones entre esta especie y su entorno. Su objetivo es desarrollar estrategias de manejo efectivas para reducir los niveles de población y minimizar su impacto en los cultivos.
Juan Pedro Bouvet, uno de los profesionales involucrados en este esfuerzo, destaca el impacto del cambio climático en el comportamiento de la plaga. Los inviernos cada vez más cálidos están contribuyendo a un aumento en la actividad de la mosca del Mediterráneo durante todo el año, lo que representa una amenaza constante para los cultivos.
La alerta emitida por el Senasa tiene como objetivo fortalecer las medidas de prevención y control para mitigar el impacto de esta plaga en la producción frutícola de la región, especialmente en los cítricos, y proteger las áreas libres de la enfermedad en el país. Se insta a los productores a mantenerse alerta ante los niveles del índice MTD (mosca/trampa/día), proporcionado semanalmente por el Senasa para cada zona, y a implementar las prácticas de control recomendadas, que incluyen pulverizaciones con productos autorizados, trampas masivas, estaciones cebo y prácticas culturales adecuadas.
Bouvet enfatiza la importancia de la colaboración entre los productores y sus vecinos para un manejo regional efectivo de la plaga. En última instancia, la coordinación y la implementación de medidas preventivas sólidas son fundamentales para proteger la producción frutícola y garantizar la seguridad alimentaria en la región.
