La baja producción en Rusia y Ucrania genera preocupación por el abastecimiento global.
La región del Mar Negro, clave en el comercio mundial de trigo, podría seguir limitando la oferta global hasta 2026. Rusia y Ucrania, responsables de casi un tercio de las exportaciones globales, enfrentan problemas productivos que impactan en los mercados internacionales.
En Ucrania, las condiciones de siembra se complicaron por la sequía y la baja rentabilidad. Según estimaciones privadas, la cosecha 2025-26 podría ser la más baja en 13 años. En Rusia, aunque el USDA prevé una producción cercana a los niveles recientes, las condiciones climáticas y los costos de producción generan incertidumbre.
A nivel global, la relación entre stock y uso podría mejorar levemente en 2024-25 gracias a una menor demanda de China. Sin embargo, las perspectivas a largo plazo siguen siendo frágiles, con factores geopolíticos y climáticos que condicionan la oferta.
Mientras tanto, Estados Unidos reduce el área sembrada, Canadá la amplía, y Argentina apunta a una campaña récord si se mantienen incentivos fiscales. Australia enfrenta sequía y la Unión Europea proyecta un aumento del 8% en los rindes. Este panorama mixto refuerza la importancia de monitorear los reportes del USDA para entender la volatilidad del mercado de trigo.



