Un estudio revela que las generaciones jóvenes en España muestran mayor aceptación hacia los transgénicos, dejando atrás años de desinformación y rechazo.
Durante décadas, Europa se mantuvo como un bastión contra los alimentos transgénicos, retrasando el desarrollo agrícola con decisiones políticas que priorizaban el discurso de grupos ambientalistas sobre la evidencia científica. Esa resistencia limitó la adopción de una tecnología con comprobadas ventajas productivas y nutricionales.
Hoy, ese paradigma comienza a quebrarse. Un estudio realizado por las universidades Rovira i Virgili, Complutense de Madrid y Rey Juan Carlos demostró que los consumidores más jóvenes, en particular las generaciones Z y Y, muestran una disposición positiva hacia los alimentos genéticamente modificados. El trabajo fue difundido por el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (Isaaa) y publicado en Food and Humanity.
Los millennials se caracterizan por su alta conectividad digital y por su rápida adopción de innovaciones tecnológicas. En ese contexto, la aceptación de los transgénicos se explica a partir de tres factores clave: utilidad percibida, valor percibido e influencia social. Es decir, la percepción de beneficios concretos y el aval de su círculo de referencia resultan decisivos en las elecciones de consumo.
Los investigadores remarcan que para consolidar esta tendencia será indispensable trabajar en campañas de comunicación más directas, transparentes y empáticas. Explicar con claridad los aportes de los organismos genéticamente modificados en términos de nutrición, sostenibilidad y seguridad alimentaria, junto con el respaldo de voces confiables para los jóvenes, permitirá impulsar un cambio cultural duradero.
La educación basada en evidencia y el diálogo abierto se presentan como herramientas centrales para que estas generaciones, dispuestas a informarse y a innovar, acompañen la transformación del sistema alimentario global.
