Frente al exceso de oferta y la caída de márgenes, las empresas agroquímicas chinas apuestan por moléculas nuevas y compuestos post-patente para añadir valor en el mercado global.
El mercado mundial de protección de cultivos atraviesa una coyuntura complicada: crecimiento lento, sobreoferta y márgenes cada vez más reducidos. En este contexto, las compañías chinas están replanteando su estrategia: ya no basta con producir materias activas genéricas, sino que la clave puede estar en innovar y controlar mejor las cadenas de valor.
Históricamente, la industria agroquímica china se ha beneficiado como proveedora de materias primas para multinacionales. Pero ese modelo se está mostrando insostenible. Las compañías ya no obtienen ganancias adecuadas sólo fabricando para terceros, especialmente cuando las multinacionales presionan por precios más bajos sin garantizar volúmenes estables.
Para cambiar esto, muchas empresas están invirtiendo en nuevas moléculas o en compuestos próximos a salir del periodo de patente (“post-patente”). Estos productos ofrecen potencial para elevar los ingresos, pero también implican riesgos: la demanda global puede tardar en crecer, y muchas compañías ya han anunciado capacidad productiva que sobrepasa lo que realmente se va a necesitar.
Además, no bastará con fabricar; hace falta gestionar bien todo el ciclo de vida del producto: estudios toxicológicos, datos de metabolitos, registros en diferentes mercados, formulaciones diferenciadas y soporte técnico local. China ha comenzado reformas industriales para desalentar la competencia destructiva de precios y fomentar consolidaciones. Pero el gran desafío será trasformarse de “fabricante genérico” en creador de valor reconocible.
