En el Congreso CREA 2025, el sacerdote ofreció una reflexión profunda sobre la fe, la ternura y la esperanza. Un llamado a no perder lo que nos hace verdaderamente humanos.
En una conferencia que conmovió al público del Congreso CREA 2025 en Tecnópolis, el Padre Ángel Rossi invitó a detenerse en medio del ruido cotidiano para mirar hacia adentro. Desde ese espacio íntimo donde habitan los sueños, las heridas y la fe, propuso recuperar la ternura y la esperanza como fuerzas capaces de transformar el mundo.
Inspirado en un texto de Antoine de Saint-Exupéry, el sacerdote recordó que, aunque seamos pequeños y frágiles frente al universo, seguimos siendo humanos por nuestra capacidad de amar, soñar y esperar. “Aun en el desierto, me descubrí lleno de sueños”, citó, subrayando que la fe es una forma de resistencia frente a la desesperanza.
Rossi llamó a revisar el “territorio de sueños” que habita en cada corazón. Reconciliarse con uno mismo y con los demás —dijo— es parte del camino hacia la sanación interior. Recordó las palabras del Padre Mamerto Menapace: “Frente a los problemas del mundo, tenemos nuestras manos.” Para el sacerdote, ese trabajo silencioso y constante, aunque nadie lo vea, es donde se forja la verdadera esperanza.
En su mensaje, destacó además el valor de la ternura como fuerza transformadora: “Es un amor respetuoso, concreto y victorioso. Desarmado y desarmante.” Y habló del poder de las redes humanas: del encuentro, la amistad y la solidaridad como antídotos frente al individualismo.
Finalmente, el Padre Rossi reafirmó que la esperanza es la virtud de quienes siguen caminando. “Que la mañana nos encuentre sembrando”, pidió, como una consigna espiritual y humana. En tiempos de ruido y desencanto, su mensaje resonó como un recordatorio de lo esencial: seguir amando, creyendo y haciendo el bien, aun cuando nadie mire.
