La tecnología ya es parte central de la producción: Argentina es el segundo país en el mundo en uso de estas herramientas.
La agricultura ya no se entiende sin tecnología. Hoy, la llamada “agricultura de precisión” articula diversas disciplinas y herramientas que permiten optimizar cada centímetro cuadrado de tierra cultivable de manera sustentable.
En este marco, el uso de drones se volvió una pieza fundamental. Según técnicos del INTA, los vehículos aéreos no tripulados permiten obtener imágenes y datos satelitales para aplicaciones selectivas de herbicidas, fertilizantes, siembra y fertilización variable, reduciendo costos y mejorando la eficiencia.
Argentina ocupa el segundo puesto a nivel mundial en adopción de estas tecnologías. De acuerdo con datos relevados, en 2018 ya se utilizaba telemetría en 18 millones de hectáreas de las 36 destinadas a cultivos extensivos. A esto se suma el avance en cultivos regionales, como la caña de azúcar en Tucumán y el NOA, donde los drones se emplean principalmente para el control de malezas.
En la actualidad, se estima que hay unos 1600 drones en el país, de los cuales 350 se encuentran en Tucumán dedicados a aplicaciones agrícolas. Además de la caña, la tecnología también se aplica en cítricos, un sector clave para la provincia, que es uno de los mayores exportadores mundiales de limón.
El desafío, advierten los especialistas, es mantener un flujo de gestión y análisis de datos lo suficientemente ágil como para no quedar rezagados frente a la velocidad con la que avanza el desarrollo de nuevos productos. La clave está en transformar la información en decisiones rápidas que permitan sostener la productividad de manera eficiente y sostenible.
