Esta enfermedad parasitaria puede causar abortos, cabritos débiles y pérdidas productivas. Los perros son parte clave de su ciclo y su control es fundamental para prevenir contagios.
La neosporosis caprina es una enfermedad parasitaria que afecta principalmente a cabras, aunque también puede presentarse en ovejas y vacas. Su importancia radica en el impacto que genera sobre la reproducción, provocando abortos, reabsorciones embrionarias o el nacimiento de cabritos débiles.
Karina Baset, bióloga del Laboratorio de Inmunoparasitología de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de La Plata, explicó que el parásito tiene un ciclo que involucra a los perros como hospedadores definitivos. Estos animales eliminan el parásito a través de la materia fecal, contaminando el pasto o el agua que luego consumen las cabras.
En los animales infectados, el parásito forma quistes en músculos y órganos internos, como el hígado, pulmón, corazón y sistema nervioso. Los signos clínicos se manifiestan durante la gestación y varían según el momento en que ocurre la infección: puede haber reabsorción embrionaria si se produce en los primeros días de preñez, aborto en etapas intermedias o nacimiento de cabritos débiles al final de la gestación.
El diagnóstico requiere enviar muestras de aborto o placenta a un laboratorio especializado. “Es fundamental hacerlo con precauciones y la asesoría de un veterinario o un agente del INTA”, señaló Baset.
Dado que no existe tratamiento ni vacuna para esta parasitosis, la prevención se basa en el manejo del entorno y de los perros: evitar que defequen en los corrales o zonas de alimentación, eliminar correctamente los restos de abortos y mantener una buena higiene del lugar.
La especialista remarcó que la prevención es la herramienta más efectiva para reducir el riesgo de contagio y proteger la sanidad reproductiva de los rodeos caprinos.