El fósforo es esencial para un buen arranque del cultivo. Usado en siembra, mejora raíces, nodulación y rendimiento, especialmente en suelos pobres.
El fósforo cumple un rol fundamental en el cultivo de maní, ya que participa en funciones clave como el desarrollo radicular, la formación de nódulos y la eficiencia en la absorción de nutrientes. Su correcta aplicación al momento de la siembra impacta directamente en el rendimiento y la calidad del grano.
En zonas con suelos degradados o de baja fertilidad, como el centro-norte argentino, aplicar fósforo en forma líquida —por ejemplo, Mapliquid— permite una absorción más rápida y efectiva. Esto se traduce en una implantación más vigorosa, mayor fijación biológica de nitrógeno y mayor tolerancia al estrés en etapas tempranas.
Las fuentes líquidas de fósforo 100% disponible presentan ventajas sobre los fertilizantes sólidos tradicionales: aplicación localizada, distribución homogénea, menor impacto ambiental y posibilidad de combinarlas con otros nutrientes. A campo, se han logrado aumentos de rendimiento superiores al 10%, demostrando su eficacia como herramienta clave para una agricultura más eficiente y rentable.