Un equipo del INTA Catamarca propone prácticas para aumentar la productividad regional. Con 30 años de investigación, trabajan en mejoramiento de variedades locales, riego eficiente, mecanización, valorización del aceite y aprovechamiento de residuos.
La olivicultura es clave para las economías regionales, con 67.000 hectáreas productivas en Argentina, concentradas en La Rioja, Mendoza, San Juan y Catamarca. Cada año, se producen 33.000 toneladas de aceite de oliva y 76.000 de aceitunas de mesa. El INTA Catamarca lleva tres décadas apoyando esta actividad con innovación tecnológica.
El investigador Luis Prenol explicó que buscan variedades adaptadas al entorno local mediante la selección natural y el mejoramiento genético. Estas variedades sobresalen por su alta productividad y calidad de aceite. Además, implementan sistemas de conducción intensiva para aumentar la eficiencia productiva.
María Sol Molina, responsable del laboratorio de aceite del INTA, destacó la importancia del control de calidad en cada etapa del proceso, desde la cosecha hasta la conservación del aceite. También investigan cómo reducir tiempos de almacenamiento para mantener la calidad en épocas de alta producción.
Desde el INTA, impulsan el uso de tecnología NIRS para medir parámetros clave del fruto y mejorar la planificación. Por otro lado, integran la bioeconomía en sus estrategias, reutilizando residuos agroindustriales para fabricar compost, lo que contribuye a la sostenibilidad del sector.
La investigadora Vanesa Aybar subrayó que el compostaje y la aplicación de alperujo en los olivares incrementan la calidad del suelo. Estas prácticas aseguran una producción más sostenible, generando valor agregado en cada etapa de la cadena olivícola.