El INTA impulsa sistemas que preservan la biodiversidad en la producción, combinando la protección del ambiente con prácticas agropecuarias sostenibles en la región Chaco-Pampeana.
Los espacios de conservación son áreas naturales o semiartificiales integradas en establecimientos productivos que buscan preservar la biodiversidad, manteniendo hábitats esenciales y recursos como agua, refugio y alimento para la flora y fauna local.
Con el objetivo de promover la sostenibilidad, equipos de investigación y extensión del INTA desarrollaron un proyecto en la región Chaco-Pampeana. Esta propuesta busca brindar a productores herramientas que integren conservación y producción en sus actividades diarias. El enfoque incluye seis pasos esenciales para delimitar, implementar y monitorear estos espacios, destacando la importancia de la participación social.
Natalia Fracassi, investigadora del INTA Delta del Paraná y coordinadora del Proyecto Nacional de Biodiversidad, señaló: “Implementar espacios de conservación en agroecosistemas aporta no solo a la biodiversidad, sino también a servicios ecosistémicos fundamentales para el agro y la sociedad”.
Desde 2020, el proyecto se desarrolló en colaboración con unidades del INTA y productores locales. Fracassi explicó que estos espacios aumentan la conectividad entre áreas naturales, lo que favorece la movilidad de especies y la diversificación de paisajes productivos.
Rodrigo Donnola, productor agropecuario, destacó: “Incorporar ganadería junto a la agricultura mejora los servicios ecosistémicos y la calidad del suelo. Además, usar árboles nativos como sombra o alimento para animales aporta al bienestar y fortalece los sistemas productivos”.
La propuesta también forma parte del proyecto InBioAgro, en alianza con CREA, que busca monitorear y evaluar la biodiversidad en establecimientos mediante indicadores específicos. Federico Fritz, coordinador del proyecto, afirmó: “El trabajo conjunto con productores y expertos es clave para desarrollar espacios que, aunque no sean productivos, brindan servicios esenciales al ecosistema”.
El INTA continúa aplicando este modelo en todo el país mediante acuerdos con productores y organizaciones. La meta es expandir estos espacios e integrarlos en legislaciones vigentes para fortalecer la conectividad ambiental y fomentar prácticas agropecuarias de bajo impacto.